La instalación consistió principalmente en paneles unidos entre sí, como si fuera un libro abierto. Esto permitió al observador recorrer un pasaje sobre la violencia contra la mujer, visualizando el desarrollo conceptual de la misma con los textos, así como la interpretación artística en las imágenes del contenido. Con respecto a la instalación del tema, el criterio utilizado fue la construcción física de espacios cálidos que mantenían al observador dentro de una situación de lectura. Por esta razón, el objetivo del lugar escogido y los materiales hechos a mano que portaban las imágenes fue mitigar el impacto y la resistencia psicológica que surge del tema. Así, las imágenes se basan exclusivamente en la reproducción de objetos que, cuando se articulan, crean situaciones para poner fin a la violencia contra la mujer, mediante la interacción de su significación social.
La idea de mostrar solo fotografías de objetos fue pensada teniendo en cuenta el sentimiento desagradable producido por una fotografía de una acción o una alusión directa a la violencia. Ciertos objetos por sí mismos pueden tener el efecto de reconstruir las mismas situaciones en la mente del observador, sin el rechazo inicial generado por la violencia explícita. También fue pensado como un medio para ampliar los marcos referenciales dados por el mensaje, porque la expresión abstracta que ciertos objetos construyen como referentes podría, incluso, ser más amplia que la construida por fotografías de acciones o modelos. Al incluir menos detalles de la existencia social de las personas involucradas con tales objetos, existe un menor riesgo de romper el vínculo de identificación fundamental, necesario para que la subjetividad del observador se involucre con la imagen. Por lo tanto, la influencia negativa que el filtro de la percepción selectiva ejerce sobre los mensajes sobre la violencia, también sería anulada.