Mi propuesta consistió en interpretar el escenario político previo: por un lado el gobierno buscaba instalar figuras populares como la síntesis de la cultura argentina. Por otro, algunos sectores pugnaban por lograr que una serie de escritores fueran la representación de Argentina en la Feria de Frankfurt. Ante esta situación, mi aporte fue político, ya que interpreté esos fogosos debates desde su lado positivo y no desde su carencia, la de la crisis de unidad en el país.
Entonces, presenté a esos choques como frutos de una cultura activa y viva y no dormida; lo que para muchos era confrontación y falta de comunes denominadores, para mí era el emergente positivo de la vitalidad del país, superando contradicciones y antinomias internas e integrando en ella a todos los distintos sectores de la cultura argentina. Esta lectura tan políticamente correcta fue la que me permitió ganar el concurso entre 200 propuestas, ya que conceptualmente era tan sólida que no dejaba heridos y proyectaba al conjunto. Así, el eslogan y concepto creativo propuesto fue Argentina, cultura en movimiento.
La marca gráfica fue fácil de representar, ya que debía darle un sentido de fiesta a esta virtud de la cultura local. Así lo hice con una suerte de volcán bandera que retrata la efervescencia de la Argentina. Una imagen que permitió multiplicarse desde su movimiento en vídeos y animaciones, desde su textura en todo objeto propio y como símbolo de apoyo donde fuera necesario.